Siendo joven, fui a la guerra como piloto kamikaze. Estaba firmemente decidido a dar mi vida para proteger a mis padres, mis hermanos y hermanas y mis amigos. Otros pilotos me precedieron, y dieron su vida en el último vuelo. Esperé mi turno. Mi turno no llegó. La guerra terminó justo cuando estaba a punto de volar. Me sentí devastado porque no podía cumplir con mi compromiso de ayudar a otros. No pude hacerlo. Me sentí como un inútil. Todos mis compañeros habían dado su vida y aquí estaba yo, todavía con vida, ¿con qué propósito? Después de eso, una y otra vez, estando al borde de la muerte, me salvé milagrosamente.
Tú estás también perfectamente protegido. Simplemente aún no te has dado cuenta. Estás recibiendo todo el cuidado, protección, guía y amor del universo entero. Simplemente no has podido verlo todavía, pero lo verás.
Antes de comenzar mi práctica zen, mi vida era perdonada una y otra vez y, sin embargo, no podía sentir regocijo por la vida. No podía apreciarlo, no en aquel entonces; Sólo sentía angustia y desesperación. Los que habían muerto... ¿Fue en vano su muerte? ¿Murieron y eso fue todo? Estas preguntas se quedaron conmigo; se apoderaron de mi mente.
Fue en aquella época que tuve la suerte de tener una entrevista con el gran maestro (que luego se convertiría en mi maestro) Daiun (Harada Sogaku) Roshi. Cuando lo conocí, me dijo que comprendía mi sufrimiento. Me dijo también que podía llegar a alcanzar la paz. Había buscado ayudar a la gente de nuestro país, pero todavía no era capaz de ver más allá de la estrecha categoría de mis propios compatriotas. Mi visión era todavía muy, muy limitada. Ese primer día, me dijo, que la vida no termina con la muerte de este cuerpo, que la vida verdadera no se dispersa como una niebla, y que conociendo la vida verdadera se puede estar en paz.
Mi maestro me dijo: 'Tú, sin ir más lejos, estás vivo, para seguir por los siglos de los siglos el camino de entregarte a los demás. Puedes dar tu vida constantemente y sin cesar para salvar a los demás”. Incluso con la muerte de este cuerpo, la vida genuina continúa. Hay algo que no muere. Mi maestro me dijo que si realmente quería entender el significado de la vida, la vida eterna, necesitaría de toda la determinación y esfuerzo que pudiese reunir. Sin una determinación y un esfuerzo total y decidido, no se podrás conocer la verdad; no podrás encontrar la solución a tu pregunta, a tu problema; no te darás cuenta de la verdad si tu objetivo no está claro y tu práctica es débil. Si continúas pensando que ya has dado todo lo que podías dar, no lo lograrás. Debes continuar y continuar, con este hacer único. Me dijo, como te digo yo ahora, que tu determinación ha de ser absoluta. Debes estar preparado para perseverar con una convicción y esfuerzo únicos. Fue entonces cuando supe que lo haría. ¿Lo harás tú?
Eso no quiere decir que fuese siempre fácil. Luché con fuerza, igual que tú. Pero seguí con la práctica, la única práctica, y no me di excusas. No permití que mi práctica se desvaneciera en sentimientos de desánimo. Hubo tiempos difíciles. Incluso momentos en los que pensé que no iba a conseguirlo. Pero estaba con la práctica, sin importar lo que ocurriera. Y esto es lo que cada uno de vosotros debe hacer. Hubo momentos en que no podía ni respirar, momentos en que todo se oscurecía ante mis ojos, momentos en que pensé que me iba a desmayar. Pero incluso entonces me negué a ceder a los viejos patrones de conducta egocéntricos. No traté de ajustar la práctica para hacerla a mi manera. Me quedé con la práctica simple que me dieron.
No puedo enfatizar lo suficiente la importancia absoluta de hacerte uno con tu práctica, sin importarte nada más. No se requiere ajuste alguno; no se necesita ningún cálculo. Yo pasé por lo mismo que tú estás pasando ahora, así que puedo decirte por experiencia personal lo que debes hacer. Debes entregar tu vida a esto y negarte a permitir que nada, un pensamiento, una idea, o una actitud se interponga en tu camino. Tu 'sí' debe ser abierto. Tu determinación debe ser como el acero. Aunque algunas personas parecen contentas y alegres, eso no significa que tengan verdadera paz mental. Tampoco que tú tendrías verdadera paz mental en esas mismas circunstancias. No de un modo profundo, no de manera real. Por tanto, pregúntate: ¿realmente voy a estar bien, pase lo que pase?
Hay una piedra, aquí en el cementerio, en la que están grabadas estas palabras: 'Nosotros fuimos antes, como tú eres ahora. Al final te convertirás en lo que nosotros somos ahora’. ¿Qué significa esto? El hecho innegable es que todos pasamos. Todo pasa deprisa. No importa lo feliz que te sientas en tus circunstancias actuales, lo tranquilo, seguro y complacido que estés. No puedes aferrarte a este mundo. Será arrancado de debajo de ti. Todo pasa deprisa. Tu vida presente está revestida de muerte. El problema de la vida y de la muerte no es un problema de algún otro; es tuyo, y debes lidiar con él. Y luego están los incontables deseos. Nunca puedes conseguir lo que quieres; nada parece nunca del todo correcto. Nunca suficientemente. La insatisfacción y la frustración afloran constantemente. ¡Hay tantas personas que se preocupan de cosas que no son realmente ningún problema! Liberación del sufrimiento. Cuanto más aprendes de este mundo, más lo ves como una enorme manifestación del sufrimiento. Donde quiera que mires, no ves más que ejemplos de sufrimiento.
¿Y tú? ¿No tienes dolor, ni sufrimiento, ni preocupaciones, ni miedos? Si de verdad piensas: 'Oye, pues no. Puedo tomar las cosas como vienen, nadar a favor la corriente. No tengo miedo. Siempre estoy en paz’, entonces te estás engañando a ti mismo. Te estás dando permiso para verte a ti mismo como lo que no eres. Estás atrapado en una noción de "yo", aferrándote a una idea del ego. Y perdido en ese 'yo', no puedes escuchar el llanto ni ver las lágrimas de los demás. Si pasas por alto esas lágrimas, no eres una persona con verdadera paz mental.
La profundidad de la verdad no tiene límite. Su interconexión no tiene fondo. Una sola hierba en el campo es el Buda perfecto. Cuán completamente UNO son todas las cosas: la hierba, los árboles, la gran tierra, el gran cielo. Todo ser está, desde que nace, relacionado con todas las cosas. Esto es el yo verdadero, el yo perfecto. Pase lo que pase, todo está bien. Sin embargo, debido a la percepción engañosa, los seres no se dan cuenta de su naturaleza búdica inherente. La verdad es universal y completa. ¿Puedes abrazar y abrirte completamente a esta verdad única?
Hay algo que te insta a mirar más profundo, algo que busca ser conocido. ¿Aún no lo ves? ¿Aún no está claro? Estás sentado aquí porque no puedes evitar buscar la verdad. Lo genuino busca conocerse a sí mismo. La verdad busca la verdad. Por eso estás aquí, poniendo tu corazón y tu alma en la meditación. Tu hora de despertar llegará. Nadie carece de esperanza. La vida no traiciona. Nadie se queda fuera. No hay nadie que sea más o menos Buda que otro. La verdadera naturaleza nunca se pierde, nunca se esconde de ti. Hay que ir a buscarla, solo en apariencia. Lo que pasa es que has pasado muchas vidas engañándote a ti mismo, protegiendo tu egoísmo. Cuando vuelvas a la vida, al despertar, será tan claro, que no habrá más un "yo" y un "otro". No hay oposición. Sólo existe esta única realidad. Lo que aparece como oposición es simplemente el resultado de una visión egocéntrica, que es por supuesto una visión incorrecta. Este mal hábito y punto de vista erróneo causa un sufrimiento incalculable, tanto para ti como para los demás. Y no dejas de crear sufrimiento tanto en cuanto estás viviendo en la falsedad. Continuarás experimentando sufrimiento, miedo, sensación de carencia… y no ayudarás a nadie.
Lo que crees que eres… está completamente equivocado. Al aferrarse al 'yo', obviamente, no logras ver quién eres realmente. Tratas de retener lo que no es posible retener, porque ¿dónde hay algo fijo? El cambio es rápido. Al tratar de retenerlo, sientes una gran ansiedad; Es inevitable. En esas circunstancias, ¿cómo vas a conocer la verdadera satisfacción? Insatisfecho, miras inquieto aquí y allá. Tu campamento base es 'yo, mí, mío'. Lo captas, confías en él, pero estás confiando en un fantasma. Captas este yo fantasma y tratas incesantemente de satisfacerlo. ¡Es increíble hasta dónde llegamos para gratificarnos a nosotros mismos! Obtenemos lo que queremos durante un tiempo, para luego lo perderlo. Arriba, abajo, arriba, abajo... Intentamos confiar en nuestro pensamiento inteligente. ¿Cómo vas a alcanzar verdadera paz mental? ¿Cómo vas a empezar siquiera, a dar al gran universo del mismo modo que recibes? Tu compasión sólo puede quedarse a medias, encerrado como estás en el 'yo, mí, mío'. Pero si practicas porque has decidido recibir la vida tal y como es, para regresar a la casa a la vida… entonces te encontrarás con el verdadero yo.
Los seres humanos, confiamos en nuestro intelecto discriminador. ¡Qué arrogantes somos! “Esto es mío; esto es lo que merezco; debería tener lo que quiero; así es como debería ser”. Comparamos y contrastamos, y al hacerlo, encogemos nuestro mundo hasta hacerlo muy pequeño. Nos deprimimos muchísimo, nos sentimos muy mal con nosotros mismos. Y, al mismo tiempo, estamos orgullosos de nosotros mismos. Nos preguntamos por qué el mundo no gira como creemos que debería girar. Entramos en la oscuridad y nos deprimimos, y luego bromeamos, tratando de ocultar nuestras inseguridades. Perdidos en el 'yo', como estamos, no podemos evitar preguntarnos: '¿Qué valor tiene todo esto, para qué lo hago?' Nos preguntamos si existe algún significado en lo que hacemos.
¿Y tú? ¿Tienes claro, muy claro, lo que estás haciendo? ¿Para qué vives? El nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte llegan rápidamente. Tu mundo como lo conoces, es arrancado de debajo de tus pies en un instante.
Parece que no haya pasado casi tiempo desde que conocí a mi maestro, Daiun Roshi. Entonces solo podía juzgar el mundo de acuerdo a mis propias creencias, profundamente arraigadas. Para ver la belleza, tenemos que romper con tales creencias. Han pasado unos cincuenta y cinco años desde entonces. Y ahora, aquí, el universo está abrazado al Uno. Te puedo asegurar que todo está bien. Toda la eternidad es ahora, aquí. Audaz, clara, digna. Ahora, aquí, todo es tan vívido, tan vivo, tan lleno de alegría… y está esperando que lo veas. “Haré todo lo que pueda para beneficiar a los demás”. Esta es la vida tal y como es, de forma natural. Por favor, por favor date cuenta: todo está vivo. Muy, muy vivo. Esta es la felicidad de las felicidades. Y este 'aquí, ahora' nunca puede ser destruido. La luz de tu vida eterna está brillando ahora. ¡Qué alegría hay en este resplandor!
Por favor, cuida de ti mismo, de tu resplandeciente yo-Buda. Alcanza la capacidad de apreciar siempre tu propio Buda. Eso no quiere decir que te vuelvas arrogante. No hay nadie a quien sientas pequeño, nadie que se vuelva pequeño, ni nadie que se sienta superior, nadie hacia quien puedas sentirte superior. ¿Quién eres tú para sentirte vanidoso y orgulloso cuando tu propia fuente es toda la existencia? Estás siendo apoyado, estás siendo nutrido, estás siendo protegido por todo lo que es. El universo existe gracias a toda la existencia, una, todos juntos. Esta respiración que respiramos tan cerca, siempre una, siempre juntos. Por favor, nunca abandones el tesoro ilimitado que eres tú mismo. Mantente unido, no te distraigas. No te aferres a nada, no cojas nada. Sólo hay este ahora, aquí, siempre fresco, nuevo, vivo. Simplemente, haz tu práctica con buena disposición.
Harada Tangen Roshi